Festividad.
Francisco pasó de la opulencia a la pobreza espiritual. Fue
un signo para los poderosos, especialmente a los eclesiásticos. Según los
historiadores, este cántico transformó los corazones en el siglo XIII, y hoy
resuena en nuestros corazones.
Lo recitaron muchos políticos e intendentes, pero es necesario
dar un paso adelante, en transformar la oración histórica en programa de vida.
Un programa que transfigure la vida para que broten las
flores de las virtudes. Esta oración debe ser una guía para los tiempos
terrenales, una especie de síntesis evangélica: una mirada hacia lo alto y hacia
las profundidades del alma.
Señor, hazme un instrumento de tu paz:
allí donde haya odio, que yo ponga el amor,
allí donde haya ofensa, que yo ponga el perdón;
allí donde haya discordia, que yo ponga la unión;
allí donde haya error, que yo ponga la verdad;
allí donde haya duda, que yo ponga la fe;
allí donde haya desesperación, que yo ponga la esperanza;
allí donde haya tinieblas, que yo ponga la luz;
allí donde haya tristeza, que yo ponga alegría.
Señor, haz que yo busque:
consolar y no ser consolado,
comprender y no ser comprendido,
amar y no ser amado.
Porque;
dando es como se recibe,
olvidándose de sí es como uno se encuentra,
perdonando es como se recibe el perdón,
y muriendo es como se resucita a la Vida.
Amén.
0 Comments:
Publicar un comentario
Participá en El Blog de Justel