CARTA. Mujer criada por lesbianas revela su drama.
María Ximena Rondón, traductora
DENVER. Heather Barwick es una madre de familia de cuatro
hijos que fue criada por dos lesbianas. Cuando era más joven, apoyó y defendió
la causa del lobby gay. Ahora escribe un claro y dramático artículo en el que
señala que desde niña siempre quiso tener un papá y explica por qué toda
persona tiene derecho a un padre y una madre.
Querida comunidad gay: sus hijos están sufriendo. Yo amé a la pareja de mi madre, pero ninguna otra madre pudo reemplazar al padre que perdí.
Comunidad gay, yo soy su hija. Mi madre me crio con su
pareja del mismo sexo durante los 80´s y 90´s. Ella y mi padre estuvieron
casados por poco tiempo. Ella supo que era gay antes de casarse, pero en ese
momento las cosas eran distintas. Así fue como llegué aquí. Fue más complicado
de lo que pueden imaginar. Ella lo abandonó cuando yo tenía 2 ó 3 años porque
quería la oportunidad de ser feliz con alguien a quien amaba de verdad: una
mujer.
Mi padre no era un gran tipo y luego de que mi madre lo
dejó, él ya no se molestó en volver.
De cualquier manera, yo sentía que la gente gay era mi
gente. Yo aprendí mucho de ustedes. Ustedes me enseñaron a ser valiente,
especialmente cuando las cosas son más difíciles. Ustedes me enseñaron la
empatía. Ustedes me enseñaron a escuchar y a bailar. Me enseñaron a no tener
miedo a las cosas que son diferentes. Y me enseñaron como ponerme de pie,
incluso si eso implica hacerlo sola.
Les escribo porque estoy saliendo del closet: Yo no apoyo el
matrimonio gay, pero no por las razones que ustedes piensan.
Los niños necesitan una madre y un padre
No es porque ustedes sean gays. Yo los amo muchísimo. Es
debido a la propia naturaleza de las relaciones del mismo sexo.
Crecí y cuando tenía más de 20 años apoyé y abogué por el
matrimonio gay. Sólo fue con algún tiempo y distancia desde mi infancia que
pude ser capaz de reflejar mis experiencias y reconocer las consecuencias a largo
plazo que me causó tener dos padres del mismo sexo. Y sólo ahora, y cuando veo
a mis hijos amando y siendo amados por su padre cada día, es que puedo ver la
belleza y la sabiduría del matrimonio y la paternidad tradicional.
En el matrimonio entre personas del mismo sexo cuando se
cría un hijo o una hija, no le aclaran quién es el padre o la madre y al niño o
niña le dicen que eso no importa. Le dicen que da igual, pero no es así. Muchos
de nosotros, muchos de sus hijos, estamos heridos. La ausencia de mi padre creó
un gran vacío en mí y yo sufría todos los días por tener un papá. Amaba a la
pareja de mi madre pero ninguna madre podía reemplazar al padre que perdí.
Crecí rodeada de mujeres que decían que no necesitaban o
querían a un hombre. Aún siendo una niña pequeña yo quería desesperadamente
tener un papá. Es algo extraño y confuso caminar con este terrible dolor por no
tener un padre, un hombre, en una comunidad que decía que los hombres eran
innecesarios. Hubo momentos en los que me sentía muy enojada con mi papá por no
estar allí para mí, y momentos donde me enojaba conmigo misma por siquiera
querer un padre. Aún hay partes de mí que sufren por esa ausencia.
No estoy diciendo que ustedes no puedan ser buenos padres.
Sí pueden. Yo tuve las mejores. Pero tampoco estoy diciendo que ser criada por
padres heterosexuales significa que todo va a salir bien. Nosotros sabemos que
hay muchas formas diferentes de que se rompa la unidad familiar y que cause el
sufrimiento de los hijos: el divorcio, el abandono, la infidelidad, el abuso,
la muerte, etc. Pero y de lejos, la mejor y más exitosa estructura familiar es
aquella en que los niños son criados por un padre y una madre.
¿Porque los hijos de la gente gay no pueden ser honestos?
El matrimonio gay no solo redefine el matrimonio sino
también la paternidad. Promueve y normaliza una estructura familiar que
necesariamente nos niega algo precioso y fundamental. Nos niega algo que
necesitamos y que, al mismo tiempo, nos dice que no necesitamos algo que
naturalmente imploramos. Que nosotros estaremos bien. Pero nosotros no estamos
bien. Nosotros estamos sufriendo.
Los hijos de padres divorciados pueden decir: “Mamá y papá,
los amo, pero el divorcio me dolió y ha sido muy difícil superarlo. Destruyó mi
confianza y me hizo sentir culpable. Fue muy difícil vivir en 2 casas
diferentes”. Los hijos adoptados pueden decir: “Padres adoptivos, los amo. Pero
esto fue muy difícil para mí. He sufrido porque la relación que tuve con mis
primeros padres se rompió. Estoy confundido y los extraño aun cuando nunca los
haya conocido”.
Pero los hijos de padres del mismo sexo no tienen la misma
voz. No solo es mi caso. Hay muchos de nosotros. Muchos de nosotros tenemos
tanto miedo de hablar y contarles a ustedes sobre nuestras heridas y nuestro
dolor, pero por alguna razón sentimos que ustedes no nos están escuchando. Que
ustedes no quieren escuchar.
Si les decimos que tenemos heridas porque fuimos criados por
padres del mismo sexo, somos ignorados o etiquetados como un enemigo.
Esto no se trata de ser enemigos. Yo sé que ustedes
entienden el dolor de una etiqueta que no encaja y el dolor de una etiqueta que
es utilizada para maldecirlos o silenciarlos. Y yo sé que ustedes han sido
realmente odiados y que ustedes realmente han sido heridos. Yo estuve allí, en
las marchas, cuando algunos portaban letreros que decían: “Dios odia a los maricas”
y “El SIDA cura la homosexualidad”. Yo gritaba y me volteaba roja de la ira
allí en la calle junto a ustedes. Pero esa no soy yo. Esos no somos nosotros.
Sé que esta es una conversación difícil. Pero necesitamos
hablar de esto. Si alguien puede hablar de estas cosas, somos nosotros. Ustedes
me enseñaron eso.
Heather Barwick fue criada por su madre y la pareja del
mismo sexo. Es una abogada que apoyaba el matrimonio de personas
del mismo sexo y que luego se ha convertido en una defensora de los derechos
del niño. Es esposa y madre de 4 hijos.
Publicado por The Federalist en marzo de 2015, y traducido en
ACI Prensa, sitio católico.
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