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Maquiavélico kirchnerismo

Último discurso de la presidenta Cristina Fernández. Alimentar el divisionismo

Por Silvia Beatriz Elías de Pérez (*)

El discurso que dio la Presidenta no sólo estuvo cargado de cinismo sino que, además, buscó la confrontación, dinamitando los lazos con la justicia y alimentando, una vez más, el divisionismo en Argentina.

Resultó irónico que hable de transparencia y se declare respetuosa de la división de poderes, cuando su Gobierno se ha caracterizado por usar al Congreso como una escribanía y arrodillar y someter constantemente al Poder Judicial, dedicándose a nombrar jueces y fiscales, simpatizantes del kirchnerismo, que no garantizan los principios de ecuanimidad ni de independencia.

Fue una falta de respeto que la Presidenta se refiera a la lucha por la defensa de los derechos humanos, pero César Milani estaba sentado atrás suyo. Una persona que, con la ayuda de algunos jueces afines al oficialismo, no puede ser indagado por la desaparición del soldado Ledo.

También hizo referencia a avances en materia energética y de salud pública, pero omitió hablar de los cortes de luz que sufren los usuarios por la falta de inversión de las empresas y las muertes de niños y adultos por desnutrición, que se dan en el norte del país, como así también de la manipulación de esos índices por parte del exministro de Salud y actual vicegobernador de Tucumán, Juan Manzur.

Declaró que reestatizará el servicio ferroviario, un cuento que los tucumanos conocemos bien, porque el Gobierno anunció varias veces la reapertura de los talleres ferroviarios de Tafí Viejo, hizo una inauguración simbólica del ramal Tafí Viejo-San Miguel de Tucumán y nos estafaron con la promesa de habilitar el tramo Tucumán-Concepción.

Jamás habló de inflación que come el bolsillo de los trabajadores, de la inseguridad que a diario castiga y mata a los argentinos, del narcotráfico que se cobra vidas de niños y jóvenes y de la sociedad fracturada que dejará a quienes la sucedan.

El discurso de la Presidenta se refirió a una Argentina distinta a la que vivimos el resto de los argentinos, a un país creado en el imaginario de la soberbia de quienes no se resignan a que han llegado a su final y de quienes se van siendo uno de los gobiernos más corruptos desde el retorno de la democracia.

(*) Senadora nacional por Tucumán

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