Hace unos años, en la provincia de Mendoza, participaba de
un grupo de oración, del Movimiento de la Corriente Renovadora
Católica; un puñado de madres hablaban de sus hijos y una preguntó: “¿A cuál
hijo prefieren?”. Allí empezó la discusión. Al final quedó una conclusión; se
prefiere al más pequeño, al más débil.
¡Feliz día de la Mujer! |
Esta idea se complementa con el texto del evangelio, en Lc.
15.11-32, donde se describe la figura del padre misericordioso, del hijo que
vuelve a casa.
La mujer está llamada a ser madre, educadora, guía,
custodia, y renovar el espíritu familiar. Cuando ella es madre, se engrandece
el corazón, como el de Dios. Una mujer tiene la vocación sublime de abrir el
corazón para entregar la plenitud de su don.
Dios tiene un corazón misericordioso. El misterio se cruza
porque una madre tiene un corazón compasivo, igual que el Altísimo; y Él
comparte la misericordia con todas las mujeres, y se expresa a través de ellas.
Dios tiene un corazón de padre y madre; la expresión del
misterio de la misericordia divina se encarna en ellas, porque el gesto
misericordioso tiene nombre de mujer.
Mujer, felicidades en tu día. A vivir la plenitud del
misterio.
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