La ironía. Audiencia del 14 de octubre.
Por Osvaldo Díaz, penalista
Se llevó a cabo en la Sala de Audiencias del juzgado del
Crimen de Las Termas de Río Hondo, la audiencia multipropósito, solicitada por
el Ministerio Fiscal, en el legajo 4409-2016, que se le sigue a artista termeño,
Fabián Lizárraga, quien el 10 de octubre, en horas de la mañana, había
atropellado y matado al vecino Víctor Jacinto Sosa. A ella asistí como
querellante y representante de los hijos y la viuda. La verdad que siente
vergüenza ajena por el pobre papel desempeñado por el Ministerio Fiscal, representado
por el fiscal coordinador, Mariano Gómez, y la auxiliar fiscal, Susana
Santillán.
Lizárraga, folclorista. |
Transcurrió la audiencia en casi su totalidad en tratar de
justificar lo injustificable, convalidando medidas que estaban confirmadas de
antemano, como también acogiendo medidas propias de la investigación que pesaba
sobre la fiscalía y fueron impulsadas por esta querella. La cuestión es la
vergüenza, aun la sangre de Sosa no se había secado, a 30 horas del homicidio,
luego de haberse negado a la extracción de sangre –dosage-, luego de haberse
negado a declarar y luego de ni siquiera estar detenido, porque nunca estuvo en
alguna celda, el homicida recuperó la libertad por decisión del Ministerio Público,
sin dar el paso que todo ciudadano común hubiera sido obligado, mantener una
audiencia de excarcelación con debate amplio, con intervención de la querella,
y con ponderación de los riesgos procesales que están patentes en la
investigación y constan en el legajo.
En un trabajo sistemático del Ministerio Público, le ha
querido convencer a los deudos, que su acción estuvo bien, y existe seguro de
responsabilidad civil, como si el seguro de vida devolverá a Víctor Sosa. La
gente debe saber que en casos idénticos y aún menos graves los autores de
homicidios como en el caso Valor, tuvieron que bregar -y mucho- para poder recuperar
la libertad.
Aquí es claro ciudadanos, los elementos del legajo prima
facie imponían prudencia, en segundo lugar, respeto y en tercer punto,
justicia. Sosa se dirigía a dejar una bolsa de residuos, Lizárraga venía no sé
de dónde y a gran velocidad, en estado de ebriedad, y con desprecio por la vida
humana. En un segundo quitó la vida a un inocente, casi a dos, porque otra
persona también circulaba en igual sentido que Sosa. La Providencia y Dios
evitó otra muerte injusta.
Mi pregunta es ¿qué urgencia amerita una libertad de alguien
que caminó sobre la sangre aún sin secar de la víctima? ¿Qué urgencia justificó
la injusticia? Como si fuera un chiste de humor negro, en la audiencia se
pretendió cargar en la espalda de la querella la responsabilidad de la libertad
del homicida, una libertad que de antemano estaba decidida, sin riesgo, y que
en la fecha se le dio forma al imponer medidas.
Hay dos tipos de justicias, una para el pobre, otra para los
otros. La soberbia del Ministerio Público, sin reconocer su error, pretendiendo
adjudicarle el mismo a la víctima, nos pone en alerta, porque no nos anima la
venganza, pero tampoco debe el Ministerio Público subestimar a los pobres y
menos su dolor.
Reconozcan el error y hagan justicia.
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